miércoles, 15 de septiembre de 2010

Las condiciones de trabajo doméstico en Paraguay

Nota tomada del Boletín informativo Género, Raza y Etnia

UNIFEM Brasil con el Apoyo de AECID

Días francos con mucho trabajo. Esa fue la rutina de las trabajadoras domésticas paraguayas durante los domingos de agosto. Ellas participaron de los foros de debates sobre las condiciones del trabajo doméstico en Paraguay, derechos laborales y violencia laboral, realizados por el Programa Oportunidades, desarrollado en un trabajo conjunto entre agencias del Sistema Naciones Unidas (OIT, UNICEF, UNFPA, PNUD y UNIFEM Brasil y Cono Sur (parte de la ONU Mujeres) y el Gobierno del Paraguay. Lilian Soto, ministra de la Función Pública de Paraguay, estuvo presente en uno de los encuentros y consideró que los bajos salarios, la sobrecarga de trabajo y la falta de beneficios sociales son las principales causas que colocan el trabajo doméstico en desventaja con relación a otras ocupaciones.” Es un trabajo que se busca por falta de alternativas, y eso es fundamental a la hora de valorarlo, inclusive para los propios trabajadores”, añadió. Al mismo tiempo, las trabajadoras clasificaron el cumplimiento de las leyes laborales del país como cuestión clave para que trabajo doméstico se considere un trabajo decente. Entre las cuestiones abordadas en las reuniones está el marco de la Convención 156 de 156 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) sobre trabajo decente y la necesidad de hacer tomar conciencia a las trabajadoras y empleadores sobre los derechos de la libertad sindical y negociación colectiva.

jueves, 2 de septiembre de 2010

La informalidad en casa

Casi una de cada cinco uruguayas ocupadas es empleada doméstica y más de la mitad trabaja "en negro". Denuncian que no se les pagan los aumentos, el vacacional ni los aportes. Los patrones dicen que hay víctimas en ambos lados. MTSS saldrá a controlar.


Artículo de CATERINA NOTARGIOVANNI. Diario El País, 29 de agosto 2010

La reunión de los viernes recién había comenzado cuando ingresa a la sala una mujer acompañada de su esposo. Una de las integrantes del Sindicato Único de Trabajadoras Domésticas (SUTD) los invita gentilmente a sentarse, a la vez que pide en voz alta: "A ver, silencio, escuchemos a la compañera". Todas acatan. La mujer, sexagenaria, cuenta que sufrió una crisis nerviosa en su trabajo cuya secuela es una evidente parálisis facial parcial. Según su versión, "la patrona" la presiona para que se reintegre, aún cuando ella se encuentra bajo la licencia médica reglamentaria. "Está ensañada, me dice que no quiero volver por estética, que así puedo trabajar", relata. La reacción de la audiencia es inmediata: "Ay, qué horrible", "No podés", "No puede ser tan mala".


La mujer dice recibir un salario de $ 6.000 pero estar inscripta ante el BPS por $ 1.000 y se quiebra a llorar cuando manifiesta preocupación por los $ 4.500 que necesita para pagar la pensión en la que vive. Silencio total. Una de las presentes atina a llevarle un vaso de agua y ofrecerle consuelo: "Tranquila, todo se soluciona". No pasan diez minutos hasta que aparece otra denunciante. Así, en el lapso de dos horas, media docena de mujeres se acercan ese día a la sede del Pit-Cnt a contar su historia y pedir consejo. "Recién ahora se están animando", comenta Mariela Burlón, representante del sindicato en los Consejos de Salarios.

Del otro lado del mostrador, en la sede de la Liga de Amas de Casa Consumidores y Usuarios (representante de los empleadores) se recibe un promedio de 40 llamadas por día, la mayoría de carácter consultivo sobre la legislación laboral vigente. "¿Tengo que darle recibo de sueldo?", "Hace una semana que no aparece y no responde el teléfono. ¿Qué hago?", son algunos de los planteos.

De un lado y del otro existen dudas, reclamos y reproches. Sin embargo, hay un punto en común en ambos discursos: la necesidad de valorizar una actividad históricamente invisibilizada que emplea al 17,2% de las mujeres uruguayas ocupadas e involucra a cerca de 90.000 empleadores.

¿bps? Uno de los reclamos más reiterados hacia la interna del sindicato tienen que ver con la regularización ante el Banco de Previsión Social. De hecho, casi cuatro años después de promulgada la Ley 18.065, que amplía los beneficios de la Seguridad Social, el 57% de las trabajadoras domésticas continúa "en negro".

Maricelda Cancela, asesora jurídica del sindicato desde 2005, enumera el no cumplimiento de los aumentos salariales obligatorios, el pago del salario vacacional y la subdeclaración como los principales temas de reclamo. "La mayoría de las trabajadoras no figura por el 100% del sueldo", señala la abogada. "Luego, si se enferman o acceden a la licencia por maternidad, tienen los salarios disminuidos", agrega. Buena parte de estos casos se resuelven en audiencias de conciliación del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS).

Pero la legislación prevé otro mecanismo de denuncia, en el que se solicita la intervención de la Inspección General del Trabajo (IGT). A diferencia del resto de las actividades, la labor en el servicio doméstico se realiza en el interior de una vivienda particular, y los inspectores no están habilitados a ingresar a los hogares para controlar sin una orden judicial previa. En este sentido, las autoridades anunciaron un operativo de control para noviembre próximo. Pero no se van a pedir "órdenes de ingreso masivo. Esa no es la primera estrategia", aclara Juan Andrés Roballo, director de la IGT (ver nota aparte).

Si bien el organismo no tiene cuantificadas las denuncias, Roballo dice que son "ínfimas" y una fuente de ese ministerio asegura que en todo el 2009 hubo una sola.

Pero este año la situación será diferente. El sindicato tiene previsto presentar varias denuncias en los próximos días. Tal es el caso de Adriana (nombre ficticio), quien después de siete años de trabajo se enteró que su empleadora dejó de pagarle los aportes al BPS. Debido a esto, Adriana no está pudiendo acceder a un tratamiento médico que le es vital. "Hablé varias veces con mi patrón, pero me dice que no puede pagar el BPS", cuenta y se ríe. ¿Qué le causa gracia? "Ponete en mi lugar. Una familia de buen poder adquisitivo, que me deja la llave de la casa y los hijos a mi cuidado, me está entregando algo mucho más valioso que la cuota del BPS. Me da gracia que me diga que no puede. Además, yo veo que se compran cosas todo el tiempo, no soy ninguna estúpida", explica la mujer de 40 años, soltera, que vive de un salario de $ 5.000 por 44 horas semanales.

El sentimiento de que sus empleadores las toman por tontas y, paralelamente, el miedo a denunciar son conceptos repetidos en la reunión sindical. "Hay que entender que son empleadas a puerta cerrada. Que una vez adentro de una casa quedan expuestas a todo y no tienen pruebas de nada. Esa es una realidad de todo el sector", ilustra Cancela.

Otra de las dificultades inherentes a este trabajo es la distribución de tareas. Muchas de las quejas se gestan en el hecho de que se agregan obligaciones no negociadas o se pretenden otras que, aseguran, no corresponden. "La señora que estaba antes en la casa en la que estoy hacía toda la limpieza pero además lavaba tres autos y hacía el jardín. Eso no es servicio doméstico", relata una de ellas. Por eso, uno de los temas pendientes de negociación del Grupo 21 -integrado por el sindicato, la Liga de Amas de Casa y el gobierno- es la elaboración de un contrato de trabajo que deje claro y por escrito las implicancias de cada relación laboral.

La informalidad que caracterizó al sector durante años provoca otras de las situaciones más denunciadas: la disminución de las horas de trabajo sin cumplir con la obligatoriedad legal de pagar un despido parcial. "Te dicen: `Empezá a venir tres veces por semana porque ando corto de plata`, y de golpe te quedás ganando la mitad", ilustra una trabajadora.

Contraparte. En opinión de Mabel Lorenzo, presidenta de la Liga de Amas de Casa, también el empleador puede verse involucrado en una situación de vulnerabilidad. "Entiendo que puede haber víctimas de las dos partes, porque también hay muchos empleadores que sufren lo que les significa tener una empleada que se siente soberana porque sabe que lleva los resortes de esa casa, que sabe que si ella falta se nota. Hay gente que maneja ese poder impecablemente, de una parte y de la otra. Pero muchas veces hay desniveles, y no son sólo de un lado", arguye.

Lorenzo considera que este vínculo laboral es uno de los que mayores connotaciones tiene en la calidad de vida de toda la población. "El ámbito donde se desarrolla esta relación es nada menos que el hogar. Por ende, es muy delicado para las dos partes. Para la trabajadora, porque ingresa a una casa y toma la responsabilidad de muchas decisiones. Y por otra parte estamos los empleadores, que recibimos a una persona en nuestra casa a la que le damos la confianza -muchas veces incluso la llave-, a quienes les dejamos a los niños y las personas mayores. En consecuencia tenemos que poner especial hincapié en buscar las mejores relaciones que traten de configurar un trato agradable, amable y conciliador", dice.

Asimismo, la representante de las amas de casa opina que si bien todavía quedan resabios de una relación paternalista del empleador hacia la empleada, cada vez son menos. "De un lado se dice que hay demasiados escalones de diferencia, que se marca aquello de que `yo soy el que mando`, situación que deja una distancia que es realmente desagradable, que no corresponde, que denigra a las dos partes: al que la recibe y al que la marca porque no tiene educación para hacer las cosas bien. Pero por otro lado está aquello de que el débil es sólo el empleado, y muchas veces éste tiene mucha más fuerza e influencia que la persona que le paga el sueldo", señala.

Aquello de que "cada casa es un mundo", dice Lorenzo, se aplica perfectamente a todas las historias vinculadas al servicio doméstico.
Qué dice la ley sobre el trabajo, el descanso y los despidos

"Trabajo doméstico es el que presta, en relación de dependencia, una persona a otra, o a una o más familias, con el objeto de consagrarles su cuidado y su trabajo en el hogar, en tareas vinculadas a éste, sin que dichas tareas puedan representar para el empleador una ganancia económica directa", indica la ley que regula el sector.

Quedan excluidos los porteros, limpiadores y ascensoristas que ocupan los propietarios de casas, de apartamentos o escritorios, los choferes particulares y el personal de servicio doméstico rural.

La jornada laboral debe ser de un máximo de ocho horas diarias y de 44 horas semanales.

El descanso intermedio será de media hora paga para el régimen "con retiro" y de dos horas mínimo para aquellas "sin retiro" (o "con cama"). Estas últimas tienen derecho a un descanso nocturno mínimo de nueve horas continuas que no podrá ser interrumpido por el empleador, así como a una alimentación adecuada (tres comidas diarias) y a una habitación higiénica, amueblada y privada.

Los patronos deberán extender un recibo de sueldo a las trabajadoras, y tanto las mensuales como las jornaleras tendrán derecho a una indemnización por despido desde los 90 días corridos de iniciada la relación laboral.


Las cifras

17,6% Del total de mujeres uruguayas ocupadas se desempeñan en el sector servicio doméstico; unas 130.00, según datos del BPS.
52.7% De las trabajadoras sólo cursó primaria y el 33.2% tiene secundaria incompleta. El grueso tienen entre 35 y 54 años de edad.
4.792 Pesos nominales es el salario mínimo nacional del sector doméstico por 44 horas semanales y 25 jornales mensuales.

Ministerio saldrá a controlar

Con el objetivo de incentivar la formalización, unos 50 funcionarios de la Inspección General del Trabajo (IGT) del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) realizarán un relevamiento en Montevideo para medir el cumplimiento de la legislación laboral vigente en materia de servicio doméstico.

En esta primera etapa, el MTSS priorizará lo informativo por sobre la fiscalización, además de observar especialmente las reacciones de las partes ante este esquema operativo que no tiene precedentes en el país.

Lo diferente al resto de las inspecciones es que la Constitución prohíbe el ingreso a una vivienda sin la autorización del dueño de casa, pero es justo allí donde se desempeñan las trabajadoras domésticas. En tal sentido, la Ley 18.065 establece que se podrán "realizar inspecciones domiciliarias cuando exista presunción de incumplimiento", para lo cual se deberá contar con una orden judicial.

En esta instancia, que comenzará en noviembre, la IGT no solicitará órdenes de ingreso masivo a los hogares, sino que utilizará otras herramientas, ya disponibles, para hacer los controles. "Si no hay colaboración y se obstruye la tarea de los inspectores, se evaluará apelar a esta medida extrema", explica Juan Andrés Roballo, director de la IGT.

Los inspectores se identificarán, solicitarán la documentación probatoria (libro de trabajo, inscripción ante el BPS y recibo de sueldo, por ejemplo) y en caso de irregularidades abrirán un expediente. "Si nos encontramos con infracciones en esta primera salida y se ve en el empleador una reacción previa hacia la regularización, va a tener una reacción más benigna", señala. "Ahora, si nos encontramos con un trabajo `en negro` liso y llano, si no existe documentación de ningún tipo, aplicaremos el protocolo correspondiente", agrega.

Sobre los montos de las multas, Roballo prefiere no expedirse por el momento. "Hemos decidido no hablar de eso, primero porque hay un margen amplio y segundo porque tenemos que ver el protocolo".

Las trabajadoras interesadas en hacer denuncias deben saber que su identidad será preservada. "Ante los indicios, la Inspección va a actuar como de oficio. No se va a dar cuenta al empleador si hubo o no denuncia", señala.