En dialogo con Graciela Espinosa, trabajadora doméstica que viajó a la 100ª Conferencia de la OIT.
Cerca de las 9.30 de la mañana de ayer los termómetros marcaban poco más de cinco grados, pero Graciela llegó a la cita con la diaria en la central sindical montevideana acalorada, casi corriendo. Entró y saludó a sus compañeros, quienes le hacían comentarios alusivos a su viaje a Ginebra. Sin embargo, ella no hacía otra cosa que exclamar "¡qué calor!" mientras ágilmente subía y bajaba escaleras preparando café.
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